En este artículo analizamos los testimonios sobre el Reto, las mejoras principales en la salud y el cuerpo, las dificultades y aciertos al cambiar el régimen alimenticio.
La alimentación es un aspecto de la salud que se presenta diariamente, y junto con el ejercicio y el sueño, va modificando nuestro cuerpo y su bienestar. Existen muchos mitos alrededor de la comida, como el miedo a las grasas saludables, cuántas veces tenemos que comer en el día, el ayuno, el impacto del azúcar y el alcohol, y otras creencias que vale la pena cuestionar. Este es un tema que me apasiona, y como coach de salud me he dedicado a investigarlo y ponerlo a prueba en mi vida. A partir de lo que he aprendido planteé una metodología de alimentación que ha dado muy buenos resultados para mí, y muchas otras personas a las que he acompañado a cambiar sus hábitos.

Cuatro veces al año coordino un Reto de 28 días en el que modificamos de forma estructurada nuestros hábitos alimenticios y otras conductas. Por definición, un alimento es aquello que ingerimos que aporta nutrientes a nuestro cuerpo para producir energía, ayudar al crecimiento y desarrollo, a la reparación y regeneración de tejidos y órganos. Si lo que comemos o bebemos no cumple alguna de estas funciones, entonces NO es un alimento y no lo consideramos como tal. Así, rompiendo con ideas preconcebidas y cambiando nuestra visión sobre la alimentación, con el Reto propongo la ingesta de mucha grasa saludable, no comer cereales ni azúcar procesada, dejar por completo de comida industrializada, y reducir al mínimo, o a veces, eliminar los productos lácteos. También enseño cómo pueden ser las proporciones de los macronutrientes, cómo incluir una variedad de micronutrientes, mejorar la microbiota y además preparar platillos deliciosos.


Los cambios que se viven durante este tiempo son profundos, y lo más común es que las personas que realizan el Reto ya no vuelven a comer igual; se vive una verdadera transformación. Más allá de la pérdida de peso o las mejoras en la apariencia de la piel, el objetivo es repensar nuestros hábitos, entender cómo influyen en nuestro nivel de energía, estado de ánimo, en la ansiedad o en las molestias digestivas como la inflamación o indigestión y sobre todo; en nuestra paz mental. Colaboramos de alguna manera con el medio ambiente procurando los alimentos locales y de la estación, evitando en lo posible los empaques, los pesticidas y otras sustancias y prácticas dañinas. Con esta metodología, aprendemos herramientas sostenibles para estar mejor en nuestro día a día, que los cambios aunque sean pequeños, sí importan y van sumando, y que somos parte de un todo.
El crisol del método
Aunque cada quien comienza el Reto de un lugar diferente, algunos desafíos se repiten; desde organizarse para cocinar sin prisa, planear las compras, evitar ciertos alimentos en eventos sociales, dejar el azúcar o el café. La complejidad de desaprender algunos hábitos que creíamos saludables, desmitificarlos y reconfigurar las rutinas en nuestro día a día es un aspecto esencial en el Reto. De lo más difícil de atravesar, pero también el más transformador. Se relaciona también con la prisa que nos empuja a creer que no tenemos tiempo, o que comer bien es caro, o que no podemos adoptar nuevos y mejores hábitos en nuestra rutina. Desde mi perspectiva, un punto clave para lograrlo, es comprender que no se trata de una dieta restrictiva, sino una nueva manera de ver la alimentación y cómo nos relacionamos con ella, de entender la importancia y establecer nuestras prioridades con base en nuestra salud. Nuestra calidad de vida depende mucho de la forma en que nos alimentamos; es un reflejo más de la forma en que vivimos. Nuestro aspecto exterior es un reflejo del interior, y así, vivimos como comemos.
El autoconocimiento y la toma de conciencia es otro regalo. Si tenemos paciencia y aprendemos a sobrepasar la indulgencia y la frustración, podremos disfrutar de una nueva manera de alimentarnos, podremos disfrutar nuevos sabores y combinaciones que nos permitirán comenzar a sentir los cambios en nuestro cuerpo y en nuestra manera de pensar.

Qué y cómo cambiar nuestros hábitos e ideas preconcebidas sobre la alimentación
El punto de partida es claro: reducir la comida que genera inflamación y reorganizar la alimentación diaria en torno a alimentos vivos, nutritivos y no procesados. La propuesta general son dos comidas al día, priorizando grasas saludables, proteínas completas, y variedad de vegetales y frutas, con un orden específico en su consumo. También se incluyen prácticas como el ayuno intermitente, estrategias de hidratación, movimiento y descanso adecuados.
Muchos comienzan por hacer ajustes en su entorno inmediato: retirar de la despensa o del refrigerador los productos que no alimentan y por lo tanto no formarían parte del Reto. Hacer listas de compras distintas y aprender a cocinar de otra manera son parte de los ajustes. Lo que parece restrictivo al inicio, rápidamente se convierte en una rutina más clara y que al inicio, podría llenar gran parte del día. En varios casos, el cambio es tan profundo que incluso se reorganiza el horario de sueño y/o ayuda a retomar actividades físicas, mejorando aún más la energía y el estado de ánimo general.
Lo más valioso es ver cómo, al entender mejor el cuerpo y la alimentación, surge una nueva relación con el acto de alimentarse. No solo se trata de seguir un protocolo, sino de reconocer y reconstruir desde la base, hábitos que podrían haber estado ahí por años. El Reto es un recordatorio de que el conocimiento práctico, aplicado con constancia, puede generar transformaciones profundas.
Análisis de testimonios del Reto: problemas comunes y respuestas desde la dieta
A lo largo de los 28 días, los testimonios recopilados reflejan una variedad de experiencias, pero también revelan ciertos patrones: síntomas compartidos, obstáculos similares y formas recurrentes de encontrar soluciones dentro del esquema alimentario propuesto. A continuación, se analizan algunos de estos casos en relación con los cambios nutricionales realizados.


1. Inflamación abdominal persistente
Una de las molestias más comunes fue la inflamación intestinal, muchas veces normalizada como algo cotidiano y probablemente debida a la ingesta de azúcar, harinas o gluten. Por ejemplo, Claudia (37 años) comenzó el Reto con una sensación constante de pesadez estomacal. A través de las cuatro semanas, por el ajuste en el orden de los alimentos, la eliminación de cereales y azúcares procesados logró reducir significativamente su incomodidad. También señaló que ahora podía preparar recetas sencillas en poco tiempo, lo cual le permitió mantener el nuevo estilo de alimentación de manera sostenible.
Otro ejemplo es Astrid (38 años), quien relacionó su inflamación con desequilibrios hormonales, derivados de un diagnóstico de hipotiroidismo. Al estabilizar su dieta con un enfoque en alimentos reales y sin picos de glucosa, observó mejoras en energía, sueño y peso, aunque destacó la necesidad de mayor continuidad en tiempo para sostener los resultados debido a su condición.
2. Relación con el azúcar y la ansiedad
El consumo de azúcar y su impacto tal vez fue uno de los temas que se presentó más veces durante los 28 días. Marta (53 años) identificó el azúcar como el principal obstáculo al inicio, pero notó mejoras importantes a partir de eliminarlo y realizar ayunos, permitiendo que su sistema digestivo descansara. Por otra parte, Andrés (30 años), notó mayor sensibilidad a los alimentos al erradicar el azúcar, y en general mayor conciencia de los sabores, por ejemplo, disfrutando la fruta como un postre al percibir su sabor con claridad. A la vez, tomando bebidas como té y sueros, eliminó la ansiedad, y la disminución de energía que generaba el pico de glucosa en bebidas como aguas frescas y lácteos, lo cual le ayudó a mantener energía estable durante el día.
3. Comidas nocturnas y hábitos aparentemente sanos
Algunos participantes y tenían una dieta baja en azúcares y harinas, pero mantenían hábitos que generaban malestar. Por ejemplo, Germán (57 años) comía yogurt con cereal en la noche y aunque usaba poca azúcar en general, aún experimentaba inflamación. Al eliminar lácteos, ajustar sus horarios de comida y evitar la cena, notó que volvía a su peso ideal, sintió desinflamación y motivación para hacer ejercicio con más energía.
Como Germán, muchos otros participantes hablaron sobre reorganización del horario de ingesta como uno de los factores con más impacto en su estado de ánimo y sensación de bienestar. Algunos incluso hicieron ayuno de 24 horas, mejorando la sensación de ligereza por medio de la limpieza del sistema digestivo.
4. Organización y contexto social
El Reto no fue sólo físico, sino también logístico. Paulina (63 años) señaló que lo más retador fue dejar el café matutino y evitar tentaciones en reuniones o fiestas. Sin embargo, destacó cómo el Reto a través de la alimentación abundante y sabrosa le ayudó a mantener su compromiso con el reto. Su estrategia incluyó preparar con anticipación y retirar alimentos no permitidos de la cocina. Otros participantes como Rosa (61 años), encontraron motivación al ver que sus hijas decidieron sumarse al Reto a partir de los resultados visibles. Más allá de los cambios físicos, muchos testimonios evidencian que se realizó una aprendizaje conceptual. Andrea por ejemplo, expresó que ahora podía identificar de forma clara qué alimentos le provocan pesadez. Rosa comentó que su concepto de “comer bien” cambió completamente.
5. Cambio sostenido
Los testimonios generales en el grupo describen la mejora de energía diaria, un estado de ánimo más estable y llevadero, mejores hábitos de sueño, más claridad mental y un mejor vínculo con la alimentación, desde la idea hasta la práctica. La mayoría expresó su intención de mantener los principios del Reto como base de su alimentación cotidiana.
“Aprendí a alimentarme con comida de verdad.”
Estos testimonios nos confirman el éxito de este método estructurado, donde a través del cambio de hábitos y el apoyo comunitario podemos mejorar nuestra salud y bienestar.
La organización, el apoyo mutuo y la comprensión de cómo los alimentos impactan nuestro cuerpo son clave para lograr resultados sostenibles y transformar nuestra vida.
Si quieres experimentar estos beneficios y transformar tu relación con la comida, te invito a sumarte al próximo Reto de 28 días, donde juntos construiremos un camino hacia una mejor salud.
